del Sitio Web VoltaireNet
Jeremy Scahill Jeremy Scahill es periodista para la radiotelevisora estadounidense Democracy Now. |
Los EE.UU. bajo la administración Bush y la ideología neoconservadora están empeñados en privatizar el ejército estadounidense, pero más allá de hacer negocios en el sector de la defensa en su propio país favoreciendo por estas prácticas a ciertos monopolios, como sucede ser en la globalización neoliberal, la lógica de crear fuerzas armadas privadas, es decir el mercenario, porque está función responde únicamente a la lógica del dinero.
Es que esto resulta también la mejor vía para escapar a un control estatal o gubernamental democrático de gestión, escapar a una lógica nacional de defensa de las instituciones de nuestra sociedad.
Lo que falta por esclarecer es: ¿para qué fines obscuros se está fomentando estos ejércitos mercenarios?
Un estadounidense mercenario operando en Irak.
La empresa de seguridad privada Blackwater es una compañía que la mayoría identifica con la privatización del complejo militar industrial, una etapa primaria del Proyecto para un Nuevo Siglo de EE.UU. [1] y la revolución neoconservadora.
Blackwater es la firma de mercenarios de mayor alcance del mundo, con 20.000 soldados, en la base militar privada más grande del planeta, una flota de 20 aviones y helicópteros artillados y una división privada de inteligencia. La empresa también está fabricando sus propios dirigibles no rígidos de vigilancia y sistemas de detección de blancos.
Blackwater está dirigida por Erik Prince, un cristiano supremacista blanco de extrema derecha y ex-marino de guerra, cuya familia ha tenido conexiones neo-conservadoras profundas.
Blackwater es la firma de mercenarios de mayor alcance del mundo, con 20.000 soldados, en la base militar privada más grande del planeta, una flota de 20 aviones y helicópteros artillados y una división privada de inteligencia. La empresa también está fabricando sus propios dirigibles no rígidos de vigilancia y sistemas de detección de blancos.
Blackwater está dirigida por Erik Prince, un cristiano supremacista blanco de extrema derecha y ex-marino de guerra, cuya familia ha tenido conexiones neo-conservadoras profundas.
El último llamado de Bush para que surja un cuerpo voluntario cívico-militar acomodó la excesiva «oleada» de medio millar de millones de dólares en contratos federales obtenidos por Blackwater, facilitándole a Prince la creación de un ejército privado paradefender la cristiandad alrededor del mundo contra musulmanes y otros.
Una de las últimas jugadas de Dick Cheney antes de abandonar el ministerio de Defensa, cuando sirvió al gobierno de George H. W. Bush [el padre], fue arreglar que el Pentágono encomendara un estudio a Halliburton [su propia empresa] sobre cómo privatizar la burocracia militar. Ese estudio creó efectivamente la base para una nueva guerra concebida para continuar medrando de la bonanza presupuestaria.
Durante los años de Clinton, Erik Prince elaboró anticipadamente un proyecto que se aprovecharía después: la subcontratación o tercerización militar [“outsourcing” en inglés], comenzando con una suerte de privatización del entrenamiento policial.
Blackwater comenzó como prestadora privada de servicios «outsourcing» en adiestramiento de las policías de ciertos estados en 1996, en un predio de Carolina del Norte llamado Great Dismal Swamp (Gran Pantano Triste), instalación privada de entrenamiento militar que tiene un consejo ejecutivo integrado por ex-miembros de la Marina de Guerra y de las Fuerzas Especiales de Elite.
Una década más tarde, Blackwater es la firma de mercenarios de mayor alcance del mundo, embriagada con la misma visión del gobierno de Bush de «una necesaria revolución en los asuntos militares»: o sea, el «outsourcing», o privatización, de las fuerzas armadas.
En su cuenta 2007 sobre el estado de la Unión, Bush pidió autorización al Congreso para aumentar el tamaño del cuerpo activo del ejército y la marina en 92.000 efectivos en los próximos cinco años.
El presidente dijo:
Una segunda tarea que podemos tomar juntos es diseñar y establecer un cuerpo civil voluntario de la reserva. Tal cuerpo funcionaría como nuestra reserva militar. Facilitaría el fortalecimiento de las fuerzas armadas, permitiendo que empleemos a civiles con habilidades críticas para servir en misiones en el exterior cuando EE.UU. lo necesite.
Y esto es, exactamente, lo que el gobierno de Bush ya ha hecho, largamente, a espaldas del pueblo estadounidense, precisó el periodista Jeremy Scahill.
Los contratistas privados constituyen actualmente la segunda «fuerza» más grande en Irak. En la cuenta pasada al Congreso, había cerca de 100.000 contratistas en Irak, 48.000 de ellos trabajando como soldados privados, según un informe de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental. Estos soldados han operado casi sin ningún descuido o apremio legal coercitivo y son políticamente expeditos, como contratistas que marchan a la muerte sin contarse en el peaje oficial.
Con Prince llamando a la creación de una «brigada de contratistas» ante audiencias militares, la administración Bush ha encontrado una puerta trasera para ensanchar la ocupación a una dimensión que no necesita explicar. Blackwater tiene actualmente cerca de 2.300 efectivos desplegados activamente en nueve países y está ampliando agresivamente su presencia dentro de las fronteras de EE.UU.
Proporciona seguridad para los diplomáticos de EE.UU. en Irak, custodiando desde Paul Bremer y John Negroponte al embajador actual de EE.UU., Zalmay Khalilzad [2].
Está entrenando tropas en Afganistán y ha sido activa en el Mar Caspio, donde existe una Fuerza Especial instalada a pocos kilómetros de la frontera iraní.
Según otros informes, actualmente están negociando directamente con el gobierno regional sudanés meridional para comenzar a entrenar a las fuerzas cristianas de Sudán.
Las conexiones de Blackwater son impresionantes.
Joseph Schmitz, el ex-inspector general del Pentágono, cuyo trabajo fue despejar el camino en beneficio de los contratistas de la guerra, se ha encaramado como vice-presidente de la casa matriz del Grupo Prince, de Blackwater y del consejo general de Blackwater. Bush empleó recientemente a Fred Fielding, ex-abogado de Blackwater, para sustituir a Harriet Miers como su abogado estrella Ken Starr, el ex-querellante de Whitewater [3] y, a la vez, el fiscal que condujo la acusación para destituir al presidente Clinton por «impeachment», [4] ahora es consejero legal de Blackwater y ha conseguido que el Tribunal Supremo archive todos los pleitos entablados por quienes luchan contra esa empresa por ilícitos que involucran muertes. Cofer Black, veterano de la CIA de treinta años y ex jefe del centro de contraterrorismo de la agencia, acreditado como punta de lanza del programa extraordinario que interpretó los atentados del 11 de septiembre, ahora es ejecutivo «senior» de Blackwater y quizás su operativo de mayor poder.
Prince y otros ejecutivos de Blackwater han sido importantes recolectores de fondos del presidente Bush, de Tom DeLay, ex-líder de la mayoría de la Cámara de Representantes, y del ex senador Rick Santorum.
El senador John Warner, cabeza anterior del comité de las fuerzas armadas del Senado, llamaba a Blackwater «nuestro socio silencioso en la guerra global contra el terror».
Videos
Vehículos de las tropas mercenarias de la Blackwater en Irak
destruidos por bombas de la resistencia iraquí que lucha contra la ocupación de su país
Fuente
Democracy Now!January 26, 2007
Título: “Our Mercenaries in Iraq: Blackwater Inc and Bush’s Undeclared Surge”.
Autor: Jeremy Scahill http://www.democracynow.org/
Estudiante investigador: Sverre Tysl.
Evaluador Académico: Noel Byrne, Ph.D.
Notas de Pie
[1] La política imperial expansionista, de rapiña de petróleo y, en general, de recursos naturales que materializa el guerrerismo de Bush se inspira en este documento (Project for a New American Century, PNAC, en inglés), redactado en 1997 con participación de Dick Cheney, Donald Rumsfeld y Paul Wolfowitz, entre otros «ideólogos» neoconservadores que se tomaron el poder al comenzar el nuevo siglo. El PNAC se convirtió en una organización neoconservadora –«sin fines de lucro»–, cuya página Internet (www.newamericancentury.org) proclama con descaro que «apoya una mayor militarización estadounidense, el desafío de gobiernos hostiles, avanzando hacia la libertad democrática y económica»
[2] Hoy hay otro embajador, Ryan Crocker.
[3] Whitewater fue un escándalo político-financiero por reparticiones de fondos y propiedades inmobiliarias de la cuenta de Hillary Clinton y sus asociados, James B. McDougal y Susan McDougal en la Whitewater Development Corporation, empresa de Arkansas perteneciente a la cónyuge de Bill Clinton cuando éste fue gobernador de ese estado entre 1978 y 1992.
[4] Se refiere al escándalo sexual Bill Clinton-Mónica Lewinsky.
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